Retina
La retina es la capa más interna del ojo y se encarga de la percepción de la luz, de los colores y de las formas, de todo lo que se enfoca en ella. La retina está formada por:
Las áreas principales de la retina son:
La retina está formada por un entramado de células nerviosas que se trasladan desde el cerebro hasta el nervio óptico. Es el órgano sensorial del ojo, donde se proyectan las imágenes precibidas.
Los nuevos tratamientos personalizados, no sólo corrigen los defectos refractivos para evitar el uso de las gafas, sino que además tratan las irregularidades de la córnea (única para cada ojo y persona), para conseguir la mejor agudeza visual y la mejor calidad de visión.
Por lo general las enfermedades retinianas tienen como síntomas alteraciones constantes en la percepción de las formas, tamaños y nitidez de los objetos, junto con sensación de manchas y sombras fijas o móviles en el campo visual.
Los síntomas pueden asociarse con una bajada de visión repentina o progresiva, que en la mayoría de las ocasiones NO suele ser dolorosa.
Si usted percibe alguno de los síntomas anteriores es recomendable que acuda al oftalmólogo para realizar un examen de la retina lo antes posible.
Existen ciertas condiciones que pueden vincularse con una mayor probabilidad de problemas retinianos:
Si presenta alguno de los factores anteriores, es conveniente que al menos una vez al año se haga una revisión oftalmológica para el diagnóstico precoz de posibles daños en la retina.
A continuación explicamos las pruebas diagnósticas mas eficaces para el control de las enfermedades de la retina.
La OCT es una prueba imprescindible para el diagnóstico y seguimiento de enfermedades de retina y maculares como la Degeneración Macular (DMAE), Edemas Maculares diabéticos y membranas o agujeros maculares.
La OCT ha permitido revolucionar el control y tratamiento de las enfermedades retinianas y en Clínica AVER disponemos de uno de los modelos que utiliza la última tecnología en la obtención de imágenes maculares y de los nervios ópticos.
La OCT funciona como un escáner que utiliza la luz emitida por el aparato para hacer un esquema perfecto del grosor y la forma de la zona central de la retina y del nervio óptico. Esta prueba realiza un mapa del ojo, y nos permite ver todas las capas de la retina con una precisión de micras.
La prueba OCT solo requiere varios segundos. No es dolorosa y en muchas ocasiones, en las OCT modernas no requiere la dilatación de la pupila. El paciente solo tiene que mirar a una luz que el operador le indicará y el aparato automáticamente tomara la imagen como si de una foto se tratara. Esta prueba no requiere ningún tratamiento especial previo o posterior a la realización de la misma.
Esta técnica es fundamental a la hora de valorar la retina y su sistema vascular.
Consiste en inyectar un líquido de contraste, y cuando este líquido llega al ojo, se puede observar como se rellenan las arterias y venas retinianas, si existen fugas en las diferentes capas retinianas o si hay obstrucciones la retina. Todo esto nos permite valorar el estado vascular de la retina, fundamental en enfermedades como la diabetes o las obstrucciones vasculares.
La prueba dura unos 10 minutos; se dilata la pupila del ojo con unas gotas y se toma una vía en una vena del brazo del paciente, por donde se inyecta el contraste de fluoresceína.
La prueba es indolora y no requiere ningún cuidado especial previo. Esta prueba no se podrá realizar en pacientes alérgicos a contrastes yodados. Tras la prueba, la eliminación del contraste se realiza por la orina, por lo que es normal que tras las primeras horas, la orina este teñida de un color más oscuro o que la piel coja un tono amarillento transitorio que remite en pocas horas. Por lo demás no requiere un cuidado especial posterior a la realización.
El problema fundamental de los altos de niveles de glucosa en sangre, que pueden padecer las personas con diabetes, es el daño que la glucosa produce en los vasos sanguíneos del cuerpo. Los vasos con más sensibilidad son los mas pequeños como son los de la retina.
Altos niveles de azúcar en sangre hacen que se genere una gran fragilidad en los vasos, produciendo un déficit en la nutrición de la retina, que se conoce como isquemia.
El efecto de la isquemia genera que los vasos que tratan de luchar contra ella sufran un ensanchamiento con el consecuente debilitamiento de sus paredes y fuga del líquido que pasa por ellos, pudiendo producir hemorragias en la retina o engrosamientos en las capas que forman la retina, generando visión borrosa y bajada de la visión.
El problema fundamental de los altos de niveles de glucosa en sangre, que pueden padecer las personas con diabetes, es el daño que la glucosa produce en los vasos sanguíneos del cuerpo. Los vasos con más sensibilidad son los mas pequeños como son los de la retina.
Altos niveles de azúcar en sangre hacen que se genere una gran fragilidad en los vasos, produciendo un déficit en la nutrición de la retina, que se conoce como isquemia.
El efecto de la isquemia genera que los vasos que tratan de luchar contra ella sufran un ensanchamiento con el consecuente debilitamiento de sus paredes y fuga del líquido que pasa por ellos, pudiendo producir hemorragias en la retina o engrosamientos en las capas que forman la retina, generando visión borrosa y bajada de la visión.
En las fases iniciales no suele haber síntomas visuales, pero según va avanzando la enfermedad pueden presentarse síntomas como visión borrosa, bajada de visión, manchas visuales fijas o móviles, incluso pérdidas de visión repentinas en uno de los ojos. Aunque no haya síntomas visuales, en pacientes con diabetes siempre es recomendable hacer revisiones para monitorizar la posible progresión de la enfermedad ya que el diagnóstico y tratamiento precoz es lo más eficaz para el tratamiento de la retinopatía diabética.
Existen diferentes fases en esta enfermedad, dependiendo del control de los niveles de azúcar en sangre y del tiempo que haya trascurrido. Se suele clasificar en las siguientes fases:
El factor más importante para el tratamiento de la retinopatía diabética es el diagnóstico precoz y el control de los factores que pueden generar bajadas en la agudeza visual del paciente.
Las exploraciones se deberán adaptar al estado de cada paciente, pero su frecuencia en ningún caso deberá ser menor a un año en diabéticos tipo 1 o 2 que no presenten signos de enfermedad, o semestral /trimestral cuando ya esté presente la retinopatía diabética. En cada revisión, e independientemente del estado de la retina, es necesaria la exploración exhaustiva del fondo de ojo y el control de la zona macular con la técnica de la tomografía de coherencia óptica (OCT).
En edemas maculares y sospechas de retinopatías proliferativas, para ver y delimitar las zonas de isquemia, sangrado, o las zonas que requieren tratamiento con láser es necesario realizar una angiografía con fluoresceína (AFG).
El factor mas importante en el tratamiento es el control de los niveles de azúcar en sangre. Por lo tanto, la actuación del endocrino y el compromiso del paciente también son claves a la hora de mantener controlada la evolución de la retinopatía diabética.
El tratamiento debe personalizarse para cada paciente y para cada estado de retinopatía que se observa en la revisión oftalmológica. En estadios iniciales sin signos de retinopatía o en estadios de retinopatía no proliferativa leve, es imprescindible el control anual del fondo de ojo y del resto de factores de riesgo oftalmológico. Estos controles pueden requerir mayor regularidad si el estadio va avanzando o el control de la glucosa no es bueno.
Cuando el grado de retinopatía es severo o ya se observan signos de retinopatía proliferativa, en todos los casos se requerirá tratamiento con láser sobre las zonas de la retina dañadas para evitar mayores complicaciones. Este tratamiento no mejora la visión incluso a veces puede disminuir en campo visual y dar sensación de borrosidad, pero es necesario para evitar complicaciones severas que pueden desencadenar en sangrados recurrentes e incluso desprendimientos de retina.
En el caso del edema macular, el objetivo es bajar el engrosamiento que se produce en la retina por la fuga de los vasos sanguíneos. Para ello suele ser necesario el tratamiento con láser sobre los vasos que están fugando para cerrarlos y evitar la fuga, necesitando utilizar en muchas ocasiones una combinación de fármacos intraoculares que ayuden a bajar el grosor. Estos fármacos son el LUCENTIS y AVASTIN que inyectados de manera indolora en el interior del ojo han demostrado ser un tratamiento eficaz para el control del edema macular.
Los vasos sanguíneos de la retina son propensos a sufrir daños cuando los factores cardiovasculares no están bien controlados o cuando hay procesos inflamatorios que pueden afectarles. Estas alteraciones pueden disminuir el diámetro interior de los vasos y generar obstrucciones o infartos en la zona de la retina afectada.
El síntoma principal es una disminución brusca y repentina de la visión total o parcial del ojo afectado. NO produce dolor ni otros síntomas fuera de la disminución visual.
El diagnóstico requiere un estudio completo no solo oftalmológico, sino de los factores que hayan podido ocasionar el problema vascular en la retina. Es fundamental controlar los factores que han desencadenado el infarto retiniano, para evitar que puedan repetirse en cualquier otra parte del cuerpo. Por lo tanto es necesario determinar:
Lo mas importante es el control de los factores de riesgo. El oftalmólogo diagnosticará el área infartada y seguirá la evolución manejando las complicaciones que se pueden presentar. Cuando hay afectación edematosa en la mácula, sin afectación isquémica severa, en algunos casos se pueden utilizar sustancias que traten de bajar la inflamación de la retina. El fármaco con mejor y más duradero efecto es el OZURDEX que inyectado en el ojo puede proporcionar mejorías visuales de larga duración.
Lucentis y Avastin también son eficaces aunque con menor duración que el anterior. El evolución de estas obstrucciones, a veces puede requerir el tratamiento con láser tras el infarto, para evitar posibles complicaciones de sangrados y alteraciones más severas.
El problema de los altos niveles de tensión arterial, es el daño que ocasionan a nivel vascular en todo el cuerpo, especialmente en los vasos del corazón y en los vasos cerebrales. Los vasos de la retina también están afectados por una tensión arterial alta, pudiendo provocar a largo plazo una retinopatía hipertensiva.
La tensión intravascular produce rigidez vascular en los vasos retinianos que puede producir obstrucciones, isquemia retiniana e inflamación en diferentes partes de la retina y los nervios ópticos.
Lo más habitual es que, hasta fases avanzadas de la enfermedad, el cuadro no de síntomas. En el caso agudo de una subida importante de la tensión arterial, los síntomas son visión borrosa, disminución de agudeza visual y alteraciones en las formas y los colores.
El diagnóstico se debe hacer con un exhaustivo examen de la retina. El examen es útil no solo para el control de los problemas retinianos sino también para establecer un diagnostico general de cómo está el control de tensión arterial en ese paciente, ya que los vasos de la retina suelen ser un reflejo de cómo están el resto de vasos en el organismo.
En la mayoría de las ocasiones el tratamiento debe de indicarlo el médico general o nefrólogo que controlan los niveles de tensión arterial en el paciente. Solo el control general de la tensión puede frenar la evolución de la retinopatía hipertensiva.
El vítreo es un gel colágeno que rellena la cavidad vítrea en el interior del ojo humano. Ese gel tiene zonas de anclaje que le hacen estar unido a la retina y al borde de los vasos retinianos. (imagen de la disposición del vítreo en el ojo) Según va pasando el tiempo o por diversos factores como la miopía o traumatismos, el vítreo va sufriendo un proceso de deshidratación y cambio en su estructura que lo hace retraerse y formar condensaciones que quedan flotando y que hace que se separe de las zonas de unión que tenía con la retina. Por si sola no es una enfermedad que haga peligrar la visión, pero si puede ser el reflejo de otras alteraciones más severas de la retina.
Cuando se desprende el vítreo posterior, los síntomas más frecuentes son sombras móviles en forma de telarañas o puntos negros flotantes que molestan o dificultan la fijación de la mirada. En algunas ocasiones estas sombras pueden ir acompañadas de destellos o fogonazos de luz que indican que las uniones del gel con la retina están generando tracciones que pueden ser peligrosas. Siempre que aparecen estos síntomas, es fundamental ir al oftalmólogo para revisar el fondo de ojo y asegurarse que la retina no haya sufrido ningún daño.
Los mencionados síntomas requieren un estudio exhaustivo del fondo de ojo para asegurar que la retina, en todas las zonas de unión a ese gel, no ha sufrido ningún daño.
A pesar de las molestias que ocasionan las sombras que ve el paciente, el desprendimiento del vítreo no requiere tratamiento. Lentamente, el gel sufre un proceso de dilución y de depósito, que junto con la adaptación cerebral hace que con el paso del tiempo, las sombras se vayan dejando de ver.
El tratamiento solo es requerido, si en el movimiento del gel o en la separación con las zonas de anclaje se forman agujeros o desgarros que hayan dañado la retina. En ese caso es necesario reforzar la zona con láser Argón para generar una barrera alrededor de la zona debilitada y evitar un desprendimiento de la capa retinana. Es necesario el control de la evolución, ya que durante las primeras semanas es cuando mayor riesgo hay de daño de la retina.
Por eso aunque la exploración en el momento del diagnóstico haya sido normal, ante cualquier cambio de los síntomas es fundamental volver a repetir la exploración del ojo. Los signos de alarma son: Destellos de luz muy consecutivos que no cesan, aparición de más sombras móviles, disminución de visión o alteración en una parte del campo visual.
La retina es la capa más interna del ojo y se encarga de la percepción de la luz y de los colores y formas de todo lo que se enfoca en ella. La retina a su vez está compuesta por varias capas concéntricas que se agrupan en dos, una de ellas es la retina neurosensorial (con las células sensibles a la luz) y la otra el epitelio pigmentario. El desprendimiento de retina se produce cuando se acumula líquido en el espacio que queda entre ambas, separando la retina neurosensorial y el epitelio pigmentario.
El síntoma principal es la falta de percepción total de luz, en todo el campo visual o en parte del mismo.
El diagnóstico debe hacerse con un fondo de ojo para delimitar que parte de la retina está desprendida, y así hacer el tratamiento mas adecuado y rápido posible. Afortunadamente, el avance de los tratamientos hace que los resultados sean buenos, pudiendo resolver favorablemente la gran mayoría de los desprendimientos de retina que se producen.
El tratamiento deberá realizarse con una cirugía llamada vitrectomía, en la que se accede a la zona a tratar del ojo y se repone la parte desprendida de la retina, para que tras la cicatrización, la retina vuelva a su posición inicial.
Es una de las técnicas de tratamiento más usadas a nivel de retina. Este tratamiento consiste en concentrar la luz del láser sobre la retina, para así reforzar la retina debilitada y sellar los vasos que pueden estar fugando líquido.
Es un tratamiento idóneo para enfermedades como retinopatías diabéticas y sirve para reforzar zonas de la retina debilitadas, evitando así que pudieran dañarse en un futuro. Es un tratamiento sencillo e indoloro, pues se realiza con anestesia tópica (gotas). Después de realizarse se puede realizar una vida normal, tratando de evitar actividad física intensa los primeros días.
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