La RETINOGRAFÍA es una prueba diagnóstica que nos permite a los oftalmólogos obtener una imagen de la retina o del fondo del ojo.
Se trata de una prueba rápida, eficaz, segura, sencilla, muy útil y muy cómoda. La única molestia para el paciente es que hay que dilatar la pupila mediante gotas, para conseguir imágenes con una buena calidad.
La RETINA es el tejido que tapiza al ojo por dentro; es sensible a la luz y su función es recoger las imágenes que proceden del exterior para transmitirlas al cerebro a través del nervio óptico. Es importante una buena salud de la retina, para tener buena visión.
Cuando nos ‘asomamos al fondo del ojo’ nos vamos a encontrar en el ojo 4 estructuras importantes:
1.- El propio tejido de la retina que es la parte de la retina que le da el color rojo-anaranjado.
2.- La mácula que es la zona central y la más importante de la retina porque se encarga de la visión del detalle, de la alta precisión.
3.- La cabeza del nervio óptico
4.- La circulación o vasos que alimentan la retina
Con la retinografia se pueden estudiar muchas enfermedades que afectan a la retina, como por ejemplo:
– Las que afectan al propio tejido retiniano como la degeneración que aparece en los miopes o los nevus.
– Las enfermedades que afectan a la mácula, como degeneración macular asociada a la edad (DMAE), inflamación o cicatrices.
– Las que afectan al nervio óptico como el glaucoma.
– Las que afectan a la circulación de la retina como las trombosis o la retinopatía diabética.
Las imágenes obtenidas en esta prueba, pueden almacenarse mediante un sistema informático y compararse en el tiempo de manera que la retinografía no solo ha demostrado utilidad en la detección precoz de muchas enfermedades del fondo de ojo sino que también nos permite evaluar la evolución de estas enfermedades retinianas al lo largo del tiempo.