La Oftalmología fue la primera especialidad de la medicina. Desde la primeras referencias a las enfermedades oculares y sus tratamientos que aparecen en textos como el código de Hammurabi o el papiro de Ebers, muchos han sido los descubrimientos que han permitido su desarrollo, pero sin duda, la invención de los instrumentos de examen y evaluación oftalmológica han supuesto un avance muy significativo.
En este sentido una de las creaciones más importantes fue la del OFTALMOSCOPIO, que fue diseñado por el médico y físico alemán Hermann von Helmholtz en 1851, gracias al progreso derivado de los estudios de la anatomía y fisiología del órgano de la visión, y de los grandes avances de la óptica.
El oftalmoscopio fue una auténtica revolución porque brindó la posibilidad del examen directo de la retina y dio la oportunidad de conocer las condiciones normales y patológicas del fondo del ojo.
Diseñar el oftalmoscopio no debió ser nada sencillo ya que se trata de un instrumento que ilumina y permite observar por la misma vía. Es como si la pupila del ojo fuera una cerradura por la que se quiere observar una habitación sin luz y el oftalmoscopio fuera el ojo del observador y la linterna a la vez.
Para lograr estas dos funciones simultáneamente, el oftalmoscopio estaba compuesto por 3 cristales que tenían el objetivo de funcionar como espejos. En éstos se reflejaba una luz externa (situada cerca del instrumento), que se dirigía hacia el interior del ojo del paciente. La luz reflejada volvía hacia el ojo del médico que, para lograr una imagen más enfocada, colocaba lentes entre su ojo y el oftalmoscopio.
Posteriormente el oftalmoscopio fue sufriendo diversas modificaciones y mejoras. Se diseñaron multitud de modelos diferentes. Pero quien llevó a cabo el cambio más importante en el oftalmoscopio fue Ruete, en 1852. Con el nuevo diseño era posible ver una porción más grande del fondo del ojo, aunque la imagen se veía invertida. Además añadió un espejo cóncavo con el que se aumentaba la cantidad de luz, así como un espejo convergente entre el oftalmoscopio y el paciente.
Más tarde se añadieron discos móviles para facilitar el enfoque, se introdujo una cinta para sujetar el oftalmoscopio a la cabeza, un brazo metálico para sujetar la fuente de luz, se diseñaron oftalmoscopios binoculares y se crearon oftalmoscopios eléctricos, entre otras muchas mejoras.
Por tanto desde 1847 ha habido toda una evolución tecnológica que ha permitido que el oftalmoscopio moderno sea tal y como lo conocemos hoy en día.
Y gracias a ello hoy día podemos adentrarnos y apreciar algo tan perfecto, como es el nervio óptico, la vasculatura retiniana o la mácula, en su normalidad.
O visualizar patologías en la retina como la retinopatía diabética.
O la degeneración macular
Dra Martín
Si tienes alguna consulta… ¡no dudes en ponerte en contacto con nosotros!
C/ Menéndez Pelayo, 7
Plaza Manuel Becerra,18
Tfno: 91 781 34 80
www.clinica-aver.com