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¿Deben usar gafas de sol los niños? ¿Cuáles compro?

El ojo está continuamente expuesto a la luz del sol. Los rayos ultravioletas UV-A y UV-B además de dañar nuestra piel pueden dar lugar a alteraciones oculares tanto a corto como a largo plazo como por ejemplo: queratitis, inducción de cataratas, daños retinianos, etc.

Los niños juegan durante más tiempo al aire libre y se encuentran hasta tres veces más expuestos a la acción de estas radiaciones que los adultos. Muchos de los problemas oculares relacionados con la exposición solar pueden evitarse con el uso correcto de gafas de sol. Además, resultan útiles los sombreros, viseras y evitar las horas de máximo sol (10-16h). Se debe utilizar gafas de sol en exposiciones prolongadas o intensas a la luz solar. Una buena guía es ponerlas siempre que pongamos protección solar en la piel. Para los niños menores de 6 meses por lo general es suficiente con gorros, sombrillas y la propia protección del carrito. Una gafa más clara o más oscura no significa necesariamente una mayor protección. Las gafas de sol que elijamos deben tener un filtro UV400 que protege cerca del 98% de los rayos ultravioletas. El tinte reduce el deslumbramiento pero no afecta a la radiación ultravioleta. La protección para este tipo de radiación viene dada por un tratamiento químico que se realiza a los cristales. De hecho, las gafas muy oscuras pueden favorecer la dilatación pupilar y por tanto que los rayos ultravioletas penetren mejor en el ojo si no existe buena protección para esta. Además reducen el contraste y en niños pueden alterar el desarrollo normal de la visión. Por tanto, para los niños se recomienda elegir un tinte medio (gris, marrón). Es aconsejable ir a una óptica para adquirirlas, puesto que estos establecimientos garantizan que las gafas cuentan con filtro protector adecuado. Asimismo, la marca CE es otra garantía, e indica que cumple con la normativa europea específica para este tipo de productos. Para los niños, los cristales más indicados son los de policarbonato, ya que son delgados y livianos, muy resistentes a los impactos y con un índice de refracción menor que las demás, por lo que son menos oscuros. Es importante reemplazar los cristales si están rayados porque pueden interferir en la visión normal del niño y por tanto en su desarrollo visual.

En cuanto a la montura, es necesario que se adapte bien al tamaño de la cara, rodeando bien los ojos para evitar que los rayos entren por los laterales. Normalmente, las gafas para los más pequeños son de materiales flexibles no tóxicos que evitan riesgos en caso de que se introduzcan en la boca. Dejar que ellos elijan el modelo que más les guste ayuda a que sea más fácil que las utilicen, así como dar ejemplo; si el niño ve que sus padres lo hacen lo verá como algo normal y querrá imitarles.

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