Hace una semana la polémica del vestido azul y negro que algunas personas ven de color blanco y dorado se convirtió en un debate de efecto viral, de como nuestra percepción puede variar entre diferentes personas al ver el mismo vestido a veces incluso, en la misma pantalla.
Estos efectos nos hacen reafirmarnos en la idea de que la visión, como la percepción de todo nuestro entorno, es un proceso totalmente subjetivo.
Nuestros ojos son los dispositivos ópticos que se encargan de llevar la información al cerebro, pero es éste quien realmente se encarga de procesar lo que estamos viendo, en función de lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida, nuestras experiencias y hasta dependiendo de nuestro estado de ánimo.
Un claro ejemplo son los colores. En realidad los colores como tal no existen, sino que son percepciones que hace nuestro cerebro de la información que le mandan las células de la retina, por lo tanto su reconocimiento queda condicionado por cómo está retina y lo que ha aprendido nuestro cerebro de esos colores a lo largo de la vida. El ejemplo más conocido es el de los daltónicos, personas cuyas células retinianas no procesan ciertos colores, y los ven completamente diferentes al resto de las personas.
En el caso de la fotografía del vestido, parece que lo más relevante es la interpretación que hace nuestro cerebro de los colores del vestido en el contexto en el que se encuentra. Nuestro cerebro tiene más capacidad de diferenciar matices en tonos claros, y en la foto de internet se observa una clara sobresaturación de luz. El cerebro no percibe los colores en tonalidades reales, sino que lo que hace es identificar los colores en el contexto de fondo, luces y sombras que rodean el objeto que estamos observando. Por eso el color que percibimos de un objeto en concreto depende mucho de los colores que lo rodean o del brillo o sombras que tenga su fondo.
Otros claros ejemplos, similares a la fotografía del vestido, son algunas ilusiones ópticas como la que tenemos abajo. El cerebro colorea los tonos de acuerdo al entorno de sombras que rodea a los objetos. En la imagen de la izquierda se observa como los cuadrados A y B parecen tener un color diferente, el cerebro toma como referencia la sombra que proyecta el cilindro sobre el tablero y aclara la percepción del color del cuadrado B con respecto al A. Cuando trazamos una línea del mismo color del cuadrado A entre ambos, nuestro cerebro toma como referencia el color de esa línea y como se observa en la imagen de la derecha podemos apreciar que no hay diferencia de color entre los cuadrados.
Estos ejemplos nos hacen recordar lo complejo que es nuestro sistema visual y lo diferente puede llegar a ser el mundo en función de los ojos que lo observan.
Rafael Cañones Zafra
Dr. Cañones
Si tienes alguna pregunta, ¡no dudes en ponerte en contacto con nosotros! 🙂
Clínica Aver – 91 781 34 80