En un artículo anterior os contábamos la historia de las ICL (Implantable collamer lens), pues bien, hoy os vamos explicar las principales ventajas de estas lentes y en que pacientes puede estar indicado ponerlas.
Las principales ventajas de estas lentes es que tienen una rápida rehabilitación visual, con lo que el paciente se puede incorporar a sus actividades diarias de manera casi inmediata. Además las lentes ICL pueden corregir un gran rango de defectos refractivos como son miopía, hipermetropía y astigmatismo, con una gran calidad de visión y son altamente predecibles consiguiendo resultados postoperatorios excelentes.
Estas lentes se colocan entre el iris y el cristalino del ojo, a diferencia de otros tratamientos como el LASIK, por lo que no hay que intervenir en la córnea. Esto nos permite indicarlas en pacientes que no se pueden operar con LASIK, como por ejemplo personas con córneas finas o córneas muy curvas o muy planas, personas con ojos secos moderados, o cuando existan defectos refractivos grandes que no permitan corregirse con LASIK.
Como siempre, el paciente ha de cumplir unos requisitos para poder ser intervenido con este tipo de técnica, entre ellos se encuentran que el paciente tenga una graduación estable en los últimos dos años, que tenga espacio suficiente dentro del ojo para poder colocar la lente ICL, una edad entre 20 y 45 años y no tener ningún tipo de patología ocular que contraindique su implante.
Si estáis interesados en dejar de usar vuestras gafas y queréis saber si sois candidatos a poder operaros con lentes ICL, os aconsejamos visitar Clínica AVER y haceros una valoración con nuestros excelentes ópticos y oftalmólogos.
Dr. Mora